miércoles, 21 de julio de 2010

Una carta a mis hijos

Mis queridos hijos,

Les escribo con un profundo dolor en mi corazón causado por el estado en el que se encuentra nuestra familia. He agotado mis lágrimas viendo como mis hijos derraman la sangre de sus hermanos sin remordimiento alguno, viendo como se han dado la espalda unos a otros justo cuando la familia más los necesita. Me duele ver la indiferencia, desprecio y envidia con el que algunos de mis hijos ven a sus hermanos. En que momento olvidaron que todos son hijos de la misma madre y que todos tienen los mismos derechos y obligaciones en éste hogar.

A ti, mi hijo mayor, te recuerdo que tus hermanos te confiaron las riendas de nuestra casa. Confiaron en ti para llevarlos adelante y propiciar un ambiente en el que todos pudieran contribuir al éxito de la familia, un ambiente donde todos pudieran sentirse amados y tener la certeza de que pertenecen a una gran familia. Una familia donde los miembros leales y obedientes son apreciados y los desobedientes son reprendidos. ¿Cómo has permitido que tus hermanos se separen? ¿Cómo puedes permanecer inerte mientras tus hermanos están acabando con la vida de tu propia sangre?

Y tú, mi hijo, que ha gozado de oportunidades, ¿por qué te has olvidado de tu hermano menos afortunado? Acaso se te olvida qué alguien te dio a ti una oportunidad de demostrar que podías ser alguien. Se te olvida qué alguien creyó en ti cuando nadie más lo hizo. Es tu deber ayudar a tus hermanos, es tu obligación ayudarlos a sentir el orgullo de llevar, con el fruto de su esfuerzo, comida a la mesa. Ayúdalos a sentirse parte de esta familia, de la que hoy sienten que han sido expulsados. Dales la oportunidad de crecer, de salir adelante y poder sostenerse por si solos.

Tú, hijo mío, que no has gozado de muchas oportunidades, a ti te pido que no te conformes con las migajas que te dan tus hermanos. Exige tu derecho a poder desarrollarte, a tener un trabajo digno y a sentirte orgulloso de ser parte de esta familia. Exige tu derecho a tener oportunidad para demostrar que puedes contribuir de mejor forma a nuestra familia, que tú también tienes derecho a sentir orgullo de quién eres y tus hermanos pueden sentirse orgullosos de ti.

Una vez más les recuerdo que todos son mis hijos, todos son guatemaltecos, para mi no hay ricos ni pobres, a todos los amo por igual. Les pido que recuperen los valores sobre los que esta familia fue concebida para que nuestras futuras generaciones gocen de paz, prosperidad y plenitud.

Con amor,

Guatemala

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