Aunque el título de este blog parezca el nombre de un episodio de las caricaturas de Rocky y Bullwinkle, es algo que ha estado rondando mi mente estas semanas.
No me mal interpreten, estoy totalmente de acuerdo en que debemos salvar al planeta y cada uno de nosotros tiene una responsabilidad no solo con las futuras generaciones si no con la propia también. Pero salvar al planeta se vuelve una tarea más costosa conforme avanza el tiempo. Alguien podrá decir: “cómo no va a ser más costosa si cada vez dañamos más al ambiente” y puede estar en lo correcto, pero al costo que me refiero es al que debemos pagar las personas que deseamos hacer, aunque pequeña, una diferencia.
A la fecha existe una innumerable cantidad de productos y servicios que prometen dar resultados “en el largo plazo” así como contribuir en el ahorro individual “en el largo plazo”. El problema es que muchas personas ecológicamente responsables, deben desembolsar una suma fuerte de dinero inmediatamente para obtener un beneficio en el largo plazo – por ejemplo, una lámpara fluorescente cuesta casi un 75% más que una convencional. Igualmente el precio de un auto híbrido o eléctrico comparado contra uno similar de gasolina (sedán cuatro puertas motor de 1.6L) es aproximadamente 40% más alto. Y así, la lista de productos que ofrecen un beneficio para el planeta “en el largo plazo”, así como beneficios para el comprador que son perceptibles “en el largo plazo” también se vuelve interminable.
Conforme pasa el tiempo, el daño al planeta se hace más severo pero también la tecnología avanza más rápido y, en consecuencia, la capacidad de producir masivamente productos que puedan ayudar a mitigar el daño causado al planeta aumenta. ¿O no?
Pareciera que los productos ambientalmente amistosos se han reservado para una élite que ha hecho de la tarea de salvar al planeta un lujo. El decir: “tengo un auto eléctrico” se ha vuelto una moda y símbolo de estatus, lejos de un símbolo de interés desinteresado por contribuir a una noble causa que busca asegurar una mejor calidad de vida para nuestros hijos y nietos.
Muchas empresas “ambientalmente responsables” están haciendo de salvar al planeta un negocio muy rentable; si bien la investigación y desarrollo tienen un costo, por que nuestro planeta debe pagarlo. Porqué incrementar tanto los precios de productos y servicios que tienen un fin tan loable como asegurar que futuras generaciones tengan parques donde jugar, disfrutar de atardeceres a orillas de playas y lagos que están en peligro. Por qué no acabar de una vez por todas con la dependencia del petróleo, si ya esta comprobado el daño que causa en nuestra atmósfera. Por qué no apostar agresivamente en formas renovables de generación de energía para ciudades o países, el impacto que esto tendría sería mucho mayor.
Quizás estoy siendo muy ingenuo ya que sé la respuesta a estas preguntas; pero realmente salvar al planeta se ha vuelto una tarea tan económicamente atractiva que el fin de salvarlo pareciera ser el último de los intereses.
Carlos
2 comentarios:
Te invito a que veas la película "Who Killed the Electric Car". Es un documental que lastimosamente relata cómo las corporativas tienen mucho más poder sobre cualquier intereses para beneficiar el medio ambiente.
Gracias Fer! Voy a buscarla y te cuento!
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