El fin de semana tuve la dicha de poder visitar Alta Verapaz con mi familia. Fue la oportunidad perfecta para invitar a un amigo que acaba de llegar al país para que pudiera conocer algo más que la Antigua de Guatemala, y también fue una excelente oportunidad para que yo conociera Alta Verapaz.
Entre los lugares que visitamos el que más expectativa creo entre nosotros fueron las legendarias Grutas del Rey Marcos. Un lugar que encierra tanta belleza y tanta aventura que es imposible rechazar una invitación a explorarlas.
Entre mis acompañantes en esta expedición se encontraba mi hijo de tres años, Mateo, ya que no quiso dejarnos ir solos al escuchar la palabra “cueva”, que rápidamente asoció con “murciélagos” a los que tuvo el placer de conocer durante este viaje y parecía querer un encuentro más cercano con ellos.
Mientras escuchábamos la historia de la gruta y las instrucciones del guía, me preguntaba si sería una buena idea llevar a Mateo conmigo. Yo no conocía el camino y no sabía que nos esperaba, fue entonces cuando el guía dijo que debido al clima de los días anteriores la gruta estaba en condiciones bastante óptimas para un grupo de principiantes. Mis dudas quedaron disipadas y me dispuse a llevar a mi hijo conmigo. Después de una charla cara a cara para transmitir instrucciones claras a Mateo, nos dispusimos a escalar los doscientos metros que nos separaban de la entrada de la gruta.
Al acercarnos a la entrada de la gruta podía ver el entusiasmo en sus ojos y la expectativa por encender la lucecita que llevaba en su casco. Antes de entrar le recordé: “no me sueltes y has caso a todo lo que te diga” a lo que el asintió con ojos sinceros y una sonrisa que me llenó de tranquilidad.
Durante los aproximados veinte minutos que duró el camino de entrada hasta el santuario, bóveda más alta a la que se puede acceder con poco equipo, pude sentir como la manita de mi hijo tomaba firmemente la mía y podía ver su cabecita moviéndose intranquila apuntando su luz a diferentes lugares que eran un verdadero banquete para sus ojitos.
Con frecuencia le preguntaba si tenía miedo, a lo que el firmemente contestaba que no mientras seguía caminando delante de mi guiando mi camino.
No deseo aburrirlos con el relato de mi viaje con mi hijo, pero puedo decirles que para mi fue todo un ejemplo de valentía y obediencia. Nunca dudó a una instrucción y exploró todo su camino cual experimentado espeleólogo.
Lo que aprendí de esta aventura fue que mi hijo nunca tuvo miedo, y he llegado a pensar que nunca lo tuvo porque no lo conoce. Antes de entrar trate de ser muy detallado, con mi poco conocimiento del lugar, al explicarle que íbamos a ver, que debía hacer y como se debía comportar. Luego de obtener su confirmación de mensaje recibido le dije que yo iba a estar con él y que no lo iba a soltar durante todo el camino.
Esto trajo a mi mente muchos recuerdos de momentos en los que mi papá me dijo que iba a estar conmigo y la seguridad que me hacía sentir el saber que podía contar con él.
Mientras más pensaba en esto más me preguntaba ¿Qué sería de nosotros si nunca sintiéramos miedo? El miedo es una respuesta natural a la incertidumbre y a lo nuevo, pero ¿cómo reaccionaríamos si no lo conociéramos? ¿Qué pasaría si en lugar de crearnos dudas entre nosotros nos animáramos a seguir adelante ofreciendo nuestro apoyo incondicional a cada paso que demos?
Este fin de semana mi hijo me enseño que el miedo no existe, que es simplemente la sensación que trae la falta de apoyo y que mientras mi familia y mis amigos estén a mi lado no debo de sentir miedo. Es más tengo la obligación de que mi familia y amigos no sientan miedo jamás porque yo voy a estar ahí para ellos, para aclararles el panorama, para alentarlos cuando haga falta, para tomar su mano cuando necesiten de apoyo y para felicitarlos cuando alcancen sus metas.
Hoy te invito a que ya no sientas miedo y no permitas que tu familia y amigos vuelvan a sentir miedo. Se ese apoyo tan necesario en estos tiempos difíciles por los que atraviesa nuestra sociedad, cuando veas a tu hermano desfallecer ante la incertidumbre motívalo a seguir caminado, a luchar por alcanzar sus sueños, a no darse por vencido ante la adversidad porque nunca vamos a sentir miedo si caminamos juntos.
Carlos
3 comentarios:
Trejo que lindo su relato!!! Se equivoco de profesion o es escritor frustrado??? Felicidades, ahora voy a leer los otros :)
Atte
Gaby Barrios (la nena)
Carlos estoy impresionada! No dejé de leer una sola palabra! No pare de escribir...
Y gracias por lo que compartió! Lamentablemente el miedo ya es parte de nuestras vidas! Es indispensable regresar a ser niños en el alma y el corazon tomados firmemente de la mano de Dios!!!
!Gracias a las dos por sus comentarios!
Gaby: Si soy escritor frustrado! Pero este es mi medio para cumplir mi sueño.
Lis: Definitivamente debemos abrir nuestro corazón y creer que Dios esta siempre cuidándonos y no permitirá que nos pase nada que no sirva para nuestro crecimiento o el de los demás.
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